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EL PELIGRO DE LAS PANTALLAS Y REDES SOCIALES EN NIÑOS Y ADOLESCENTES
Últimamente hemos visto en varios sitios artículos y recomendaciones sobre este tema: cómo afecta en nuestros hijos el uso de pantallas y los peligros que pueden existir al tener acceso a las redes sociales a corta edad. La realidad es que es un tema que a los profesionales de la salud mental nos preocupa, ya que es frecuente recibir en consulta niños y adolescentes con grandes dificultades, producto del uso precoz, mal uso o uso excesivo de las pantallas.
Es cierto que vivimos en una época donde la tecnología avanza a pasos agigantados, donde las redes sociales forman parte inseparable de la vida diaria (lamentablemente). Y aunque muchas veces las pantallas ofrecen valiosos recursos para el aprendizaje, su uso excesivo acarrea grandes riesgos para la salud mental, física y social de nuestros hijos.
DIFICULTADES EN EL DESARROLLO COGNITIVO
Varios estudios señalan que el uso precoz de pantallas genera un impacto negativo en el desarrollo cognitivo de los niños. Tal es así que, en Sociedad Española de Pediatría, recomienda el uso de CERO (0) pantallas en los menores de 6 años. Y a partir de los 6 hasta los 12 años, el uso recomendable es de 1 hora al día, siempre bajo supervisión de un adulto.
La exposición prolongada y excesiva a dispositivos con pantallas puede ocasionar gran cantidad de efectos negativos en el desarrollo infantil y en su bienestar en general. No olvidemos que su cerebro se encuentra en pleno desarrollo, por lo que tanto el exceso de estímulos como la escasez de ellos es altamente perjudicial.
Sin entrar en tecnicismos, una sencilla explicación a esto es que el cerebro de los niños precisa de estímulos reales, contacto con otros niños, con sus adultos de referencia, investigar, jugar, contacto con la naturaleza, con animales, dibujar, crear, aburrirse. Esto último es fundamental, no hay que tener miedo a que el niño se aburra, al contrario, es sumamente necesario, ya que del aburrimiento nace la CREATIVIDAD. Al estar frente a una pantalla, el pequeño cerebro del niño se “adormece”, ya no necesita resolver, actuar, pensar. El cerebro es similar a un músculo: si al músculo no lo ejercitamos, se atrofia, deja de crecer. Imaginemos lo que pasa con el cerebro, tanto de un niño como de un adulto. Para reflexionar, ¿no?
A continuación, mencionaré las principales consecuencias negativas que podemos encontrar:
- Retrasos o dificultades en el desarrollo del lenguaje.
- Complicaciones en la resolución de problemas.
- Déficit de atención y concentración
- Dificultades en las habilidades cognitivas
- Alteraciones en la integración sensorial, ya que la sobrecarga de estímulos visuales y auditivos interfiere con el adecuado procesamiento de la información sensorial externa, afectando así el correcto aprendizaje del entorno.
- Trastornos del sueño, y su inevitable consecuencia: disminución del rendimiento académico.
- Dificultades en el desarrollo de habilidades sociales.
- Aumento del sedentarismo
- Aparición de trastornos del comportamiento
- Trastornos de ansiedad, agresividad y depresión
RIESGOS ESPECÍFICOS DE LAS REDES SOCIALES
¿Y qué pasa con las redes sociales en niños y adolescentes? Cuando hablamos de redes sociales y menores, todas nuestras señales de alerta deberían encenderse. Aunque como adultos creamos conocer el mundo digital, la realidad es muy distinta, ya que los adolescentes solo muestran lo que quieren que veamos.
Dentro de las redes sociales como Instagram, TikTok, X (antes Twitter), Discord e incluso WhatsApp, existen submundos invisibles para los adultos, donde no solo podemos encontrar contenido educativo o recreativo, sino que lamentablemente, también existen comunidades peligrosas, que exponen contenidos y promueven retos virales que incitan a la autolesión, exposición sexual, el uso de sustancias, trastornos de la alimentación y otras conductas de alto riesgo.
Asimismo, es fundamental estar atentos no solo al tipo de contenido que consumen nuestros hijos, sino también a lo que publican (datos personales, fotos, ubicación del hogar, etc.) y quiénes tienen acceso al mismo. La sobreexposición digital en la infancia y la adolescencia aumenta la vulnerabilidad hacia el ciberacoso, el grooming y la explotación.
También es importante destacar la importancia que tiene la exposición constante a contenidos ficticios, editados, que alimentan estándares irreales de belleza, de éxito y estilo de vida. Esto genera (¡no solo en los jóvenes!) frustración, insatisfacción corporal y baja autoestima, ya que son estándares imposibles de alcanzar porque no son reales.
ACOMPAÑANDO A NUESTROS HIJOS
Como adultos responsables de nuestros niños y nuestros jóvenes, nuestra función no es prohibir, sino educar, acompañar y comprender. No debemos demonizar la tecnología, sino aprender a integrarla de forma saludable y controlada en nuestra vida y en la de los menores, enseñándoles a usarla con responsabilidad. ¿Cómo lo hacemos?, ¡qué mejor manera que a través del ejemplo!: los adultos también debemos revisar nuestros propios hábitos digitales. Si comemos o cenamos con el móvil en la mesa, o con la televisión encendida, no damos lugar al diálogo; si en lugar de leer un libro miramos Instagram, no estamos fomentando el hábito de la lectura.
La supervisión activa, el diálogo y la educación emocional son herramientas fundamentales que debemos transmitir a nuestros niños para proteger la salud mental en esta era digital.
RECOMENDACIONES CLAVE
- Establecer límites claros acerca del tiempo de uso de las pantallas (Recordemos que en los niños, el uso de las pantallas debe ser CERO)
- Promover el diálogo, sin juicios, no solo sobre lo que ven, sienten o comparten en redes, sino darles permiso y lugar a expresarse libremente acerca de lo que necesiten.
- Supervisar el contenido y plataformas que utilizan. ¿Qué redes usan? ¿Qué tipo de contenido consumen?
- Fomentar el contacto social en la vida real. Jugar con ellos, incentivar el juego con sus pares, realizar deporte y actividades recreativas.
- Evitar el uso de redes sociales en la infancia. No es recomendable que los menores de 12 años tengan redes sociales o consuman dicho contenido.
- Dar ejemplo como adultos manteniendo una relación sana con la tecnología.
- Fomentar el hábito de la lectura y de la creatividad.
Guiar a nuestros niños y a nuestros jóvenes en el uso responsable de las pantallas es tan importante como cultivar sus emociones. Prohibir el acceso a determinadas edades y a determinados contenidos es cuidarlos y protegerlos. Acompañar es cuidar, educar es amar.
Autor: Ariana Garese Vázquez – Psicóloga Sanitaria CL-05831

